28.07.201

«Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar». Siempre me ha gustado esta anotación de Kafka en su diario, escrita en el agosto de 1914. Como suele pasar con Kafka, lo más gracioso del asunto es que probablemente el humor que puede intuirse en el encadenamiento de ambas frases sea sencillamente involuntario. No hay nada gracioso ni en la primera frase ni en la segunda, pero la unión de las dos, tan dispares – ambas son serias por separado, pero una lo es tanto por sí misma que acaba relegando a la otra a la mera banalidad – es lo que acaba por encender la mecha. El mismo truco hace que una frase como la pronunciada por Ruth Fisher en el primer capítulo de Six Feet Under, cuando recibe la noticia de que su marido ha muerto y tiene que comunicársela a sus hijos, acabe prendiendo fuego: «Ha habido un accidente. El coche nuevo está destrozado. Tu padre ha muerto y el asado se ha quemado en el horno». El padre ha muerto, pero el pavo o el pollo se acaba de quemar también. Cuando juntas lo banal con lo extraordinario, es como si invirtieras la ley de la gravedad y acabaran saltando chispas.

Dicen que lo último que dijo Goethe en el lecho de muerte fue «¡Mehr Licht!» («¡Más luz!«). Para algunos, un último himno al Siglo de las Luces, a la Ilustración; para otros, la prueba definitiva de que efectivamente hay luz al final del túnel; para mi, que solo quería que le dieran a algo parecido al interruptor.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s