La mayoría silenciosa

Está ahí, agazapada. ¿La oyen? Es ella, la “mayoría silenciosa” de la que tanto habrán oído hablar estos días, acurrucada tras la esquina más cercana. No, claro que no pueden oírla; por algo es silenciosa. E ininteligible. A menos, claro, que sean ustedes unos suertudos y pertenezcan a la cúpula del Partido Popular, bendecida con el don sobrenatural de interpretar los silencios. Solo ellos la oyen, solo ellos la nombran. No han sido pocas las apelaciones a la “mayoría silenciosa”, ese ente casi mitológico que dentro de unos años compartirá baúl con“líneas de crédito” o “indemizaciones en diferido”.

Las apelaciones a una “mayoría silenciosa” ya son algo más que una ocurrencia: son el argumento fundamental esgrimido por el PP desde que llegó al poder. Una “mayoría silenciosa” que asiente cabizbaja y con resignación ante las decisiones que un gobierno responsable toma por su bien. Una mayoría de ciudadanos apacibles que recela de catalanes sediciosos y izquierdistas trasnochados. Contra los independentistas díscolos del 11-S, una dosis de “mayoría silenciosa”. Contra las protestas clamando democracia y justicia social, una sociedad hogareña y tranquila que se enorgullece de sus dirigentes ante el calor de su chimenea.

Una sociedad idílica en la que cabría, sin embargo, una pregunta lógica: si la mayoría de ciudadanos a los que apela el PP son silenciosos, ¿cómo sabe Rajoy o Soraya que están de su lado? ¿Qué les dice que están conformes con sus decisiones? Tal vez la formación cristiana de la derecha española tenga algo que ver. Tal vez sea la creencia en que hay algo “mejor” que no podemos ver. Del mismo modo que Fátima Báñez se encomienda a la Virgen del Rocío ante los datos del paro. Es solo cuestión de buena fe. Pero la “mayoría silenciosa” ha venido para quedarse. En un país que tiende a la polarización en todo, habrá cuerda para rato entre los que crean en lo que no pueden conocer y los que, sin embargo, tal vez por comunistas sedientos y radicales [sic], preferimos referirnos solo a lo que conocemos: a los parados, a los pensionistas, a los desahuciados y estafados, los que ejercen y se manifiestan: “la ruidosa minoría”.

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