El año nuevo me pilló en Cuba y con él, también el 55 aniversario de la Revolución. Allí tuve la ocasión de comprobar las bondades del gobierno revolucionario. “Raúl hablará hoy en Santiago”, titulaba el diario Juventud Rebelde, prensa fresca y renovadora. Sin duda en él escriben jóvenes y sin duda son rebeldes: cosecha del 59, concretamente.
Finalmente, esa noche pude ver el discurso. Los ingredientes: ataques a EEUU, elogios al hermano mayor y odas a los logros de la revolución, sanidad y educación. Y es que en Cuba el gobierno se preocupa por la salud, por eso el racionamiento solo permite comprar 7 huevos al mes: por todos es sabido que su ingesta desmedida perjudica la salud. Y qué decir de la educación, qué gente más respetuosa y educada: ninguno de los cubanos con los que hablé se atrevió a criticar al gobierno, lo que demuestra que el cubano es en efecto un hombre nuevo que antepone el decoro a cualquier consideración política.
En definitiva, un acto retransmitido por Cubavisión y Telerebelde, pluralismo que permite contrastar lo que dice uno con lo que dice el otro aunque lo que digan sea lo mismo. En efecto, Raúl habló en Santiago y acabó su discurso con un cómplice “¡¿Se me comprende bien?!” que fue contestado con un “¡Síii!” claro, cristalino, sin fisuras. Faltaron las velas; el bloqueo, ya se sabe.